Berlín

Nuestro viaje familiar de este año nos lleva a la capital alemana, nos hospedamos a diez minutos de Postdamer platz, una de las plazas más conocida y actualmente la más moderna. Encontraréis primero sus tres torres, un trozo del Muro que dividía en dos la ciudad dónde hacerse la foto de rigor, la gran cúpula de colores del Sony Center y muy cerca lo poco que quedó de la fachada del Grand Hotel Esplanade, tras la II Guerra Mundial. 














Desde aquí seguir caminando un cuarto de hora hacia la puerta de Branderburgo, antes de llegar os daréis de sopetón con el monumento al Holocausto, bloques grises de hormigón en memoria de los Judíos asesinados y que la verdad es bastante impresionante caminar entre esos muros que recuerdan mucho a losas funerarias. 
En pocos minutos veréis a lo lejos la emblemática puerta de entrada a Berlín, que simboliza el triunfo de la paz: Brandenburg Tor. Hay que aprovechar a pasear por esta bonita Plaza de Paris para disfrutar del ambiente de esta bella ciudad, incluso con amenaza de tormenta.



A escasos metros se encuentra el parlamento, Reichstag Berlin, vale la pena visitar sobre todo su maravillosa cúpula de cristal, para lo que se puede solicitar cita por internet o bien allí mismo en las taquillas, pero deberéis hacerlo por la mañana para poder acceder a la tarde y en épocas de mucha afluencia con mucha más antelación. Las vistas valen la pena, pero descubrir que los espejos reflejan la luz dentro del parlamento para aumentar la eficiencia energética nos pareció alucinante, a parte de poder ver a los parlamentarios allí abajo. Todavía tenemos tiempos de ver la Bebelplatz, una bonita plaza rectangular dónde se ubica la Ópera, el Palacio Real...más conocida porque ardieron en las llamas obras de la literatura universal, podréis descubrir en el centro de la plaza y bajo un cristal una biblioteca con las estanterías vacías: simbología de aquella desafortunada quema de libros en 1933.
Siguiente día, bien temprano, cruzamos Gendarmenmark con dos iglesias gemelas a ambos lados de la plaza y nos dirigimos a otro icono incomparable: Berliner Dom, templo protestante y visible su cúpula de color verde desde casi cualquier lugar de la ciudad, tiene unas preciosas vistas después de 27o escalones y un paisaje inigualable cercano al río Spree, con posibilidad de realizar un pequeño crucero por sus aguas. La catedral está ubicada en la isla de los museos, que es Patrimonio de la Humanidad, con cinco grandes en sus alrededores podréis visitar el busto de Nefertiti, el Altar de Pérgamo o la fantástica Puerta de Ishtar: una maravilla sobre fondo azul de la antigua Babilonia. 
Todo recto hasta el Rotes  Rathaus, sede del ayuntamiento con su fachada característica de ladrillo rojo y en frente la mítica fuente de Neptuno, desde dónde se aprecia la imponente altura de la torre de televisión: Fernsehturm, con 368 metros, disfrutaréis de las mejores vistas de Berlín y no os podéis perder el restaurante giratorio de la torre, espectacular al atardecer y cenar no resulta mucho más caro que otros de la ciudad.

Llegamos a AlexanderPlatz, plaza peatonal que se ha convertido en uno de los principales puntos de reunión en el centro, al lado de los grandes almacenes, la estación de ferrocarril y en su subsuelo unos obreros descubrieron en 2007 el mayor búnker de la Alemania nazi y como no el Reloj Mundial, otro icono de la ciudad con las 24 zonas horarias del mundo. 

 

Bajamos Alexander Str. siguiendo el río, se trata de un largo camino por lo que mejor coger el bus 248 o un tren de cercanías (S-Bahn), hacia uno de los puntos más interesantes del recorrido: East Side Gallery, el mayor tramo de restos del muro que se conserva, lleno de fantásticos grafitis de artistas de todo el mundo, uno de los más famosos es el Beso que tuvo lugar entre los líderes comunistas de Alemania Oriental.  









Y al final del muro justo en el río: Oberbaum Bridge, frontera entre Berlín Este y Oeste, y actualmente una avenida para el tráfico que une el Norte y el Sur y por su parte superior circula el metro (U-Bahn). 
La vuelta podéis hacerla por el barrio Kreuzberg, al otro lado del río,  que concentra la gran comunidad turca de la capital alemana, no hay demasiados monumentos pero está lleno de tiendas, buenos kebab, grafitis magníficos y parabólicas en sus balcones, además de un gran mercadillo martes y viernes. 
Nuestro último día salimos del hotel para ver el Checkpoint Charlie, uno de los pasos fronterizos del muro y uno de los más utilizados durante la Guerra Fría, ahora sólo para fotografías con los turistas y justo al lado está el museo del Muro. Aprovechamos a visitar algunos museos que no fue posible el día anterior pero para los que no os guste el arte, podéis acercaros hasta Postdam, sólo a media hora en tren de la ciudad, llena de espléndidos palacios y bellos jardines, muy señorial.

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